Me miras desde el silencio de la cruz
Y tu palabra resuena en mi corazón, Señor
¿También ustedes se Irán?
¿También me abandonarán?
¿A quien iremos, Señor, si sólo tú
Tienes palabras de vida eterna,
Palabras de vida eterna?
Entonces, ¿a que tememos cuando el dolor toca a puerta
Y nuestros ojos olvidan la paz?
Bienaventurado, tú, que lloras;
Que un día en mi casa mi Padre enjugará
Todas aquellas lágrimas, él te consolará.
Y ese día, al fin será la paz
Y el tiempo de fraternidad;
Y el mundo viejo habrá pasado ya
Y con él los sufrimientos;
Y Dios alumbrará todos los corazones,
Señor…
Maranatha… (Bis)