Parroquia Virgen Medianera

Virgen Medianera... Ruega por nosotros

Escrito por Webmaster

La parroquia en su ubicación histórica


Para ahondar en el pasado histórico de la Parroquia de Cartagena, debe tenerse en consideración que tal institución de la Iglesia está íntimamente ligada con el desarrollo del balneario de Cartagena. De algún modo, ha sido la parroquia el motor de la fundación del pueblo, argumento que se puede comprobar a simple vista en una visita a la Plaza de Armas de dicho pueblo, en la que encuentra en el costado oriente, el hermoso templo parroquial; y también por los sucesos que se describirán aquí.

Para comenzar a nombrar los orígenes del balneario de Cartagena hay que remontarse a la época de la Conquista de nuestro país, ya que, de aquel tiempo se tiene referencia segura de la vinculación de los territorios del balneario a la familia Cartagena, descendiente de Don Luis de Cartagena que llegó en la empresa conquistadora con Pedro de Valdivia. Doña Francisca Rodríguez Lepe, en 1662, afirma ser la viuda de Don Diego de Cartagena, nieto de Don Luis, testando la estancia La Mar, así es denominada la comuna en estos tiempos, a su hijo Don Juan de Cartagena. El testamento que más tarde escribiera Doña Magdalena Cáceres y Solís, esposa del antes mencionado, da reveladores datos de cómo era la herencia de los Cartagena.


Importante, para el conocimiento que queremos alcanzar de la presencia religiosa que existía en aquellos momentos, es que ya existía una capilla en aquellos territorios, a la que se le debía otorgar un plato de plata para su mantención. La herencia de Don Juan de Cartagena y su señora, después de un pleito familiar, fue dividida entre ocho de los once hijos. Hay que mencionar que la propiedad de esta familia en estos años abarca una superficie de 6.387 cuadras . Para llegar a la actualidad de nuestra comuna se debe tomar la línea sucesoria de la familia siguiendo la descendencia del hijo mayor, Don Jerónimo de Cartagena Cáceres y Solís, pues él heredó la parte de los terrenos en donde se ubicaban la casa y la capilla. En el año 1778 la estancia de los Cartagena se divide, quedando a disposición de Don José Alvarado Cartagena 450 cuadras, de las más de seis mil que fueron en sus comienzos, en la que se situaba la capilla, que ya funcionaba como vice-parroquia de Melipilla siendo denominada como Purísima de los Bajos de Cartagena, ubicada en el actual cementerio parroquial del balneario.


El Señor Alvarado al morir declara en su testamento la voluntad de heredar sus bienes a un hijo natural, Francisco Cáceres, cien cuadras, y a su nieta Nicolasa, hija del anterior, cincuenta cuadras, dejando las restantes trescientas a la Iglesia para la fiesta de Purísima, cuya fiesta ya comienza a tomar fuerza entre los feligreses. La mencionada capilla poseía la imagen de la Virgen que hoy se venera en el poblado de Lo Abarca, de ahí la advocación mariana de aquella parroquia. Es importante rescatar que el testador manifiesta, en el testamento, su deseo de apartar los terrenos de sus descendientes, a los que no nombró herederos sino receptores de la donación que quería entregar por el reconocimiento de su propia sangre en ellos. Este dato es vital para entender el proceso que tuvo enfrentar la Iglesia por el reclamo de los descendientes de Francisco Cáceres y su hija Nicolasa en 1861 y 1917.


Un hecho es importante destacar en la acción de don Francisco Cáceres que le incumbe directamente a la posterior religiosidad del pueblo cartagenino. El mencionado personaje en 1795 funda ante el escribano público, en la Villa San José de Logroño (actual Melipilla), una capellanía de más de trescientas cuadras de las que se dispondrán dos cuadras en el área de la capilla hacia el oriente, con el objeto que los sacerdotes tengan una casa habitación. Estipula además que la reserva de estas dos cuadras es para darle mayor solemnidad a la fiesta de la Purísima Concepción.


Es importante considerar que la capilla existente en esos momentos en lo que hoy es el cementerio de Cartagena, estaba bajo la administración de la parroquia San José de Logroño de Melipilla, la que produjo, con el cumplimiento de las peticiones del testador, Don José Alvarado Cartagena, dar mayor culto y devoción a la Virgen María, bajo la advocación de la Inmaculada o Purísima Concepción teniendo así en pocos años gran número de fieles.


Desde estos años se puede apreciar entre el mismo pueblo católico cartagenino, la fe que la Iglesia entera comienza a reconocer en la que María Santísima fue concebida sin pecado original, adelantándose por más de cincuenta años a la promulgación del dogma de la Inmaculada Concepción de María.